dimarts, 30 de novembre del 2010

Ideas suscitadas y reacciones provocadas por la Conferencia del Prof. Martínez Bonafé

El futuro de los libros de texto”

He de decir que estoy un poco desorientado después de la charla que hemos tenido con el profesor Martínez Bonafé en base a la la lectura de los trabajos “El futuro de los libros de texto” y sobre
“Carta a los editores de libros de texto” del profesor Jordi Adell.

Encuentro muchas lagunas y aspectos que, de forma interesada y para vender mejor la idea, no se han querido desarrollar; y si se ha hecho, ha sido muy de pasada para llegar mas fácilmente a una conclusión bonita y espectacular, acomodaticia e interesada. Nuevas tecnologías en las aulas ¿quién puede negarse a ello? Ergo el soporte de papel nos sobra por innecesario o prescindible... pueden llegar a pensar algunos.

Antiguamente el vehículo utilizado para que la formación-información llegara a la gente era la palabra hablada. El cambio cuantitativo que supuso el plasmar por escrito todo ese compendio de pensamientos e ideas, hizo extensivo y universal el acceso a la cultura de una forma maravillosamente exponencial.
(Un inciso: Aristóteles no era partidario de lo escrito: era del pensar que en la relación maestro-alumno el libro quitaba frescura, espontaneidad...hacía que fuera imposible plasmar por escrito todos los matices que pudieran generarse en una “batalla de ideas argumentadas”.)

Con la llegada de las nuevas tecnologías, todo el saber acumulado que en un hogar medio ocupaba los ciento un tomos de la Enciclopaedia Británica o similares como envoltorio y presentación de todo el saber, ya no sirve pues no hay suficiente masa forestal en el mundo para contener toda la información (mucha de ella utilizada como contenido pedagógico y formativo en las aulas). Además de poco práctico y caro, pues día a día se renuevan contenidos por quedar desfasados otros y se incorporan muchos más. Es un “no acabar” continuo.

También en cultura y ocio somos selectivos. No me gusta que las Editoriales y Distribuidoras del sector pretendan cobrarme de forma abusiva por unos contenidos incompletos, con fallas e inconcreciones. Más teniendo un “portal” que con un simple clic me facilita el acceso a miles de páginas con igual o más información, dicha y presentada de múltiples maneras y...gratis. Este punto me ha quedado bastante claro, y puedo aventurar que mis lectores también serán de la misma opinión.

Es muy bonito estar en la escuela y decirle al niño/a que no hable con extraños por Internet, que no facilite información personal, que no divulgue fotos suyas en ninguna red social. Es más, que no se inscriba en red social alguna ya que es menor de 14 años. Pues bien, el niño hace lo que quiere, pues los padres no están 24 sobre 24 horas encima de él. Y se inscribe en redes sociales (este año se han eliminado 35.000 cuentas de usuarios en Tuenti, niños menores de 14 años. Si lo han hecho una vez ¿quién asegura que no lo harán mas veces?); entra en el chat y se cartea con un perfil del que no sabe qué o quién hay detrás (ya sabemos por los noticiarios lo que pasa aveces). En fin, es muy fácil pontificar sobre cómo educar a los niños para que accedan de forma segura a Internet, pero no les podemos proteger al 100% de su curiosidad. Si tiene televisión en su cuarto; ordenador con acceso a Internet en su habitación...¿quién le pone puertas al campo?

Llegados a este punto me surgen algunos interrogantes más:
¿Cómo gestionar toda esa ingente cantidad de contenidos?
¿Cómo controlamos o dosificamos la información que pedagógicamente pueden o no ver los niños?
¿Realmente les estamos dando herramientas suficientes para que sepan discriminar racionalmente todo esto para quedarse sólo con lo que necesitan en cada momento?
¿Quién protege al niño de sí mismo en Internet...los padres? já. A algunos de ellos les pilla lejos todo este mundo, o están enredados en jornadas laborales interminables o ni están ni se les espera (hogares des-estructurados).

En mi opinión Intenet no es un lugar seguro para los niños.

La Comunidad Educativa ve con buenos ojos que el maestro utilice ideas y materiales que otra gente ha generado para un momento determinado, una edad determinada, un contexto determinado, una situación social determinada. Facilita mucho su labor.
El maestro, tras su encuentro con dicho material, intentará adecuarlo al microcosmos de su aula. Eso esta bien en aras de una formación amena, dinámica, participativa. Pero cuidado con querer convertirse en aprendiz de brujo. No todo vale. Qué decir de un itinerario que hay que seguir, de unas competencias básicas que hay que cumplir:

1.Competencia en comunicación lingüística.
2.Competencia matemática.
3.Competencia en el conocimiento y en la interacción con el mundo físico. 
4.Tratamiento de la información y competencia digital.
5.Competencia social y ciudadana.
6.Competencia cultural y artística.
7.Competencia para aprender a aprender.
8.Autonomía e iniciativa personal.

¿Debemos englobarlas todas dentro de la numero 4.? ¿Toda actividad debe ser informatizada; no impresa en papel? ¿Todo esto lo hacemos por hacer la guerra a las editoriales y no comprar sus libros? No veo clara la finalidad que me muestran o intentan venderme los “militantes” de esta formación vía Internet. En lugares geográficamente remotos, como única vía de acceso a la cultura sí. Por lo demás todo lo que veo son mucho converso de lo multimedia. Pienso que con este sistema, el educador involuntariamente promueve la cultura del corta y pega sin ahondar en los procesos formativos; vocación desafecta y huérfana del gusto por formar la mente del que tenemos delante y ya no es necesario ni tenerlo delante; se prima mas la magistralía de la exposición, apoyada por mucho material multimedia y se pierde la perspectiva del educando. El maestro ya no acompaña al niño en ese proceso educativo; sólo lo dirige hacia él.

En fin, mi conclusión es que cada maestrillo tiene su librillo y en educación siempre se hace lo que se puede y un poco más. Lo que no hay que perder nunca de vista es a qué queremos llegar y a quién queremos llegar: formar niños que sean capaces de valerse por si mismos de forma personal, social e intelectual. Y acompañarles en ese empeño. Siguiendo el hilo de mi argumentario, la conclusión para mi es clara:
¿Niños e internet exclusivamente? No gracias.
¿Maestros e internet? Siempre es bueno que el educador tenga a su disposición herramientas para poder desarrollar mejor su labor de formador.

Igual es que se estaba hablando de otra cosa y no me enteré.

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